martes, 26 de junio de 2007

La erótica del cuello










A menudo el estado psicológico de la persona se manifiesta de una forma física, tanto en un sentido positivo como negativo. Una de las zonas del cuerpo que puede acumular más tensión y estrés es la del cuello. Es esta misma zona puede abrir la puerta al placer. En Occidente, tradicionalmente, se considera que la cabeza representa la razón y el cuerpo la emoción. Según este esquema, el cuello sería el vínculo entre uno y otro.

Sabemos que para muchas personas el cuello representa una zona erógena importante. Esto se debe a que el cuello suele responder gratamente a la estimulación, ya sea en forma de besos y caricias o incluso al recibir un masaje. ¿Quién no ha deseado recibir un masaje de cuello y hombros tras un arduo día? Especialmente, si el masaje lo dan unas manos cálidas y sensibles.

Por otra parte, el cuello cuenta con un valor estético importante. Aunque los hay de todas las formas, en general es fácil distinguir un cuello de hombre de uno de mujer. En ese sentido, en la mujer suele valorarse un cuello delgado y alargado, siendo esto signo de elegancia y feminidad. La moda ha aprovechado este rasgo y muchos diseños intentan resaltar esta parte del cuerpo. En el hombre, lo que suele valorarse es un cuello ancho y firme, denotando sobre todo fuerza y virilidad. Sabemos que éstos son estereotipos y que hay cuellos atractivos que no necesariamente obedecen a cánones.

A nivel erótico, el cuello es bastante propenso a la excitación y esto resulta evidente en las relaciones sexuales. La mayoría de las personas experimentan mucho placer tanto al estimular el cuello como al recibir estimulación en esta parte. Solemos ser sensibles a caricias suaves con las manos, que hábilmente retiran el pelo a la conquista de epidermis gozosa. La boca y la lengua cumplen también una sugestiva función.

El cuello es una zona muy sensible y es muy fácil dejar marcas en ella. Por lo tanto, ha de tenerse mucho cuidado con los mordiscos pues a la mañana siguiente pueden verse claras pruebas de una noche de pasión. ¿Quién no ha mirado con sana envidia los chupetones en el cuello que, impúdicos, evidencian encuentros de pasión? ¿Y quien, con sus marcas delatoras no se ha visto en algún aprieto?

No hay comentarios: